MARGARITA THOMPSON ZORACH Artista estadounidense
De
pronto el centro del lago se torna oscuro, parece una mancha que cambia de
forma de acuerdo al capricho de unas pequeñas olas que la agitan, desde el
profundo interior, según creemos. Extraño como es, nadie se ocuparía de
este fenómeno si no fuera porque, además, las aves silvestres levantan vuelo todas a la vez. Y porque los perros ladran enloquecidos
y el aire también se oscurece, como si respirásemos una nube de
plomo.
Al
principio hay escenas de llanto, de histeria a lo Guerra de los Mundos, e
incluso una repentina devoción religiosa. Hasta que, quizá por este cansancio
que nos ha provocado el terror, enmudecemos. Excepto una niña.
—Ojalá
aparezca un unicornio —dice su inocencia. Y señala la mancha, las olitas.