Aase Gulbrandsen, artista noruega
Mal apoyada sobre el respaldar de la silla, la rodea un aire de derrota. Oigo su tristeza de ojos en duelo, las quejas de su cama intacta y el aullido que no alcanza a emitir. Oigo su dolor, tan definitivo y mudo como una tumba. Si no existiera esta nada infranqueable que separa mi voz narradora del personaje que ella es, le diría que el agobio que ahora la enjaula tiende a ceder. Le diría que lo sé porque, también yo, habité ese espacio terrible dentro de los barrotes.