Antes fuimos las tres Gracias del panteón griego, de belleza cristalina. Tal circunstancia no impidió que también fuéramos las tres Normas del panteón nórdico, ancianas dueñas de la urdimbre que tejían para que el presente fuese, así como el pasado y el futuro. O la trinidad guerrera del panteón celta, Morrigan, diosa que era una y triple a la vez. Tres diosas bajo cuya tutela estaban los que iban a morir en batalla, veneradas y temidas. Antes fuimos tantas, antes fuimos todas. Hasta que llegó el dios que dijo "Hágase la luz". Sin embargo, para nosotras fue la gran oscuridad, ser nadie, lo que siguió.