Entereza

 


MAJA  LlINDBERG, artista sueca


El cielo se rasga, como si de un telón viejo se tratase, y algunas partículas ardientes se filtran por ese hueco pavoroso. Desesperados, corremos hacia ninguna parte. Sin embargo, mientras todos huimos a la atropellada, una mujer riega los helechos de su balcón como si nada sucediese. Usted, uno más en la multitud que abarrota la calle, la señala con índice tembloroso y grita que es una imbécil. Yo la admiro, grito a mi vez al tiempo que corro. Lo grito, o lo digo en voz baja, o lo pienso,  da igual. El ruido de la estampida aumenta y ensordece.